Una mirada a lo que está pasando con el maltrato entre estudiantes
La Superintendencia de Educación acaba de realizar un estudio centrado en las denuncias de maltrato físico y psicológico entre estudiantes, presentadas por las familias desde 2014 a la fecha. Estas situaciones encabezan la lista con un 20,8% a nivel nacional. El objetivo fue conocer con mayor detalle el tipo de agresión y el contexto en que se producen estas prácticas, como insumo para reforzar las herramientas preventivas en la escuela. |
Éstas provienen en su mayoría de la Educación Básica (72,9%) y, en específico, del segundo ciclo, donde los cursos Quinto y Séptimo concentran las tasas más altas. La Educación Media aparece a distancia, con un 23,5%.
Usando categorías e indicadores propuestos por Unicef, y para un análisis más fino, se levantó además una muestra aleatoria de 746 denuncias a nivel nacional, recibidas entre 2016 y 2017.
Esta vista permitió constatar que respecto del maltrato físico el género masculino aparece como el más agredido (58,4%) y también como el más agresor (68%); que en un 79% de las denuncias el agresor es un compañero del mismo curso; que el 87% tiene, incluso, la misma edad; que el 66% de las situaciones fueron cometidas por un agresor individual y que el 63% de las agresiones son reiteradas, sin uso de objetos (golpes, patadas) y, en menor medida, con elementos externos, especialmente en salas de clases y patios.
Como contrapartida, en el maltrato psicológico, es el género femenino el que aparece como el más agredido (66%) y también como el más agresor (53%); en la mayoría de los casos (92,3%) la agresión provino de un compañero de curso; en un 69,2% se trató de un agresor individual y en un 87,7% las agresiones fueron reiteradas en el tiempo.
Una luz de alerta es que el maltrato psicológico –que es tanto o más grave que el físico por el daño que provoca y por lo difícil de detectar- comienza a aumentar en la medida que los niños crecen. El contar con mayores recursos verbales, mayor acceso y uso de redes sociales, junto a otros factores y sin una adecuada orientación, conllevan a un aumento de las conductas de exclusión y hostigamiento.
La fobia escolar, el no querer asistir al establecimiento o dejar de ir, con el consiguiente riesgo de pérdida del año escolar o deserción; el daño psicológico y emocional y el bajo rendimiento académico, son algunos de los graves efectos denunciados por los padres, madres y apoderados, de los que todos tenemos que hacernos cargo, tal como lo están haciendo miles de escuelas a través de todo el país, en materia de estrategias de prevención para generar climas escolares amables y apropiados para el proceso de enseñanza aprendizaje.
Alexis Ramírez Orellana
Superintendente de Educación
Superintendente de Educación
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